La motivación de
suficiencia la podemos ver en los niños muy pequeños, en la diversión que
encuentran al jugar con diferentes objetos y tocar todo lo que se encuentra a
su alrededor. Después está presente cuando explora, desarma y arma cosas, etc.
el sentido de competencia del adulto es fuerte o débil, dependiendo
del equilibrio de éxitos y fracasos que haya experimentado en sus diferentes
encuentros con el mundo. Sus necesidades de logro, de afiliación y de poder son
fuertes o débiles, dependiendo de sus asociaciones pasadas con el desempeño y
las recompensas obtenidas en la solución de problemas. A medida que el
sistema individual lucha por dominar los problemas, surgen ciertos
comportamientos que resultan muy compensatorios; esto es,
proporcionan soluciones a los problemas que el individuo enfrenta.
Como consecuencia, la siguiente vez que el individuo necesite solucionar un
problema intentará utilizar nuevamente el mismo esquema de comportamiento. En
el transcurso del tiempo, como algunos de estos esquemas son muy
satisfactorios, el individuo aprende a confiar en ellos. De esta manera,
decimos que una persona está altamente motivada a competir con un
estándar de excelencia (necesidad de logro) o que tiene una mayor
necesidad de relaciones amistosas (necesidad de afiliación), etc. como
resultado de este proceso de aprendizaje, los diferentes individuos
desarrollan los diversos esquemas de estas motivaciones ya descritas.
Sin embargo, existe
por lo menos una importante fuerza adicional en el proceso de aprendizaje: la
ansiedad. Se aprende no sólo cuando los actos van seguidos de estados positivos
o recompensas, sino también cuando los sucede una reducción de estados
negativos o de tensión desagradable. Existen estados que es agradable evitar,
así como otros que satisface alcanzar.
Antes que todo, el
aprendizaje se utiliza para evitar que se repita la desagradable tensión
de ansiedad la cual es, y siempre continuará siendo, la antítesis de
todo lo bueno y deseable. El niño aprende pronto a diferenciar entre el aumento
y la disminución de ansiedad, y a alterar su actividad en la dirección de esta
última. El niño aprende a establecer una línea de conducta por medio de la
disminución de su ansiedad.
Entonces, la
reducción de ansiedad asociada con el comportamiento que ayuda a resolver los
problemas contribuye en parte a reforzar dicho comportamiento. Si competir
contra un estándar de excelencia recompensa al individuo reduciendo la
ansiedad, la necesidad de logro se fortalece. Si las relaciones afectuosas y
amistosas con otros van asociados al éxito, la necesidad de afiliación se
fortalece; y si la persuasión y el dominio están asociados con el éxito,
se fortalece la necesidad de poder.
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